miércoles, 4 de febrero de 2009

MIS DEMONIOS Y YO

Cesar Muñoz nacio el 8 de mayo de 1974 en el estado de Hidalgo. Inicio el noble oficio de intentar ser poeta a la edad de 22 años, cuando se dio cuenta que habia gastado una tercera parte de su vida haciendo algo que no le gustaba. En definicion concreta, la poesia de impacto es un ejercicio alternativo para expresar en palabras poco complicadas, los sentimientos que circundan la vida diaria, envuelta en las realidades que uno mismo construye de forma permanente. La poesia de impacto, intenta llegar directo a la conciencia de todo aquel que esta condenado a una vida inevitable.


El hombre nació entre mentiras y verdades.

Se hizo del deseo más terrenal y del sabor más intenso.

Un sabor a fuego dulce que se va haciendo amargo, cada vez más amargo con el tiempo.

El hombre nació para buscar, para perderse buscado,

para buscarse a sí mismo eternamente.

El hombre nació para descubrir mundos, ríos, mares;

Descubrió el sexo e invento el amor y todos sus sabores;

Inventó el matrimonio y descubrió la infidelidad, el adulterio y los días de campo.

Se hizo millonario para encontrar todo lo que no le hace falta y se dio cuenta que la miseria es una deficiencia de la consciencia.

Invento la ambición y descubrió la guerra y la violencia;

Invento las bellas artes cuando aprendió lo maravillosa que puede ser una vida que trata de renovarse y trascender perpetuamente;

El hombre nació para inventar su propio mundo sin importar cuantos se destruyan a su paso afuera y adentro de su mente.

Dicen que nunca se conforma con nada,

que nunca es suficiente para él, que es como un niño glotón que no se cansa de comerse a si mismo; es como si hubiera nacido sólo para serle fiel a su propia imagen.

El hombre no se cansa, sólo cuando tiene que esperar,

y cuando duerme acompañado se convierte en el gran amante que todo lo puede;

Toca con su mano las estrellas y baja polvo de la luna

para tratar de  brillar como si fuera ella.

El hombre sólo duerme cuando sabe que hoy no es posible soñar;  hoy no hay alas ni ventanas abiertas,

hoy no hay  nuevos lugares que poder alcanzar...

El hombre nació,

el hombre nació para morir en cualquier intento.



Espero que pase pronto esta urgencia por verte,

por tocarte,

por comerte,

por rondarte,

por acariciarte,

por olerte,

por sentirte,

por desearte,

por amarte,

por imaginarte todo el tiempo junto a mí.

Espero que pase pronto

esta noche fría,

este largo día,

este corto instante,

esta imperdonable vida, la misma que no perdona que

tú no estés junto a mí.

Y aunque sé que voy a estar bien,

y que el sol seguirá apareciendo,

y que la luna seguirá enamorando,

y que las flores seguirán floreciendo,

y que los mares seguirán cantando,

y que los viejos seguirán siendo sabios,

y que los parques seguirán eternamente llenos

de nuestro hijos y de todos los enamorados,

aunque siga pasando todo eso,

me desespera seguirte aguardando.

Por eso ahora deseo que pase pronto esta tormenta,

esta intolerable tormenta que no me permite que tú

estés a mi lado.



Tú eres el viento que arrastra mi alma,

el alma que llena mi cuerpo,

el cuerpo que forman mis sueños,

el sueño que quema mis labios,

los labios que marcan mi boca,

tú boca que me dice secretos;

El secreto más grande en el mundo;

El mundo, conquista de mis versos.

Tu eres el verso que se rehace cada día,

eres el día y juntos hacemos la noche,

la noche que embruja mi sábana,

la sábana que cubre mi cuerpo,

Tu eres todo,

Tu eres lo único que quiero.



No soy nada, ni nadie,

ni algo que se parezca.

No soy el viento, ni el frío, ni la gota de agua;

Ni esa soledad;

Tempestad terca que nunca acaba.

No soy el tiempo, ni el reloj, ni su brillo;

ni soy el mensajero de las verdades,

de las mentiras o del destino.

No soy el cristal de la copa fina,

ni el barro húmedo, ni la tierra que se mira,

ni el suculento sabor del vino.

No soy nada, ni todo,

ni algo distinto.

Ni la noche sin la luna llena, ni la roca, ni el abismo.

No soy algo que se olvida o que se recuerde,

ni soy el que abandona o él que se queda para

siempre…

Sólo, sólo soy el sonido

El mismo exacto y perfecto sonido que emite

 tu cuerpo cuando tú,

cuando tú estás conmigo.



Que dios bendiga tus labios.

Que es lo más cercano a los labios de un ángel

y lo más cercano a la tentación de un demonio.

Tú eres parte del equilibrio de ésta vida.

Tú has venido al mundo a dar el equilibrio.

Por eso estás viva y estás en el centro de todo;

en el ojo del huracán, en el centro del ombligo.

Que más puedo ofrecerte si no es una oración,

para esos benditos labios que adornan tu vida,

para esos ojos derramados en deseos y sueños

de todo el que te mira.

Si pudieras hacerte real en la vida de cada hombre,

no habría quien escribiera estos textos,

ni habrían suicidas de amor o poetas sin nombre.

No tendríamos que cerrar los ojos para imaginarte

en esas noches en las que nuestras manos tocan

cuerpos intrusos que ocupan tu lugar falsamente.

Tú serías el principio y el fin de todas mis historias,

tú serías mi conquista y yo sería tu gloria.

No se debería terminar la vida de un hombre,

sin antes conocer a alguien como tú.

Debería ser un derecho obligado y necesario,

como el morir con un clavel entre las manos,

o como hacer el beso con sólo un par de labios.

De verdad, eres tan necesaria en éste sitio,

como son necesarias las lagrimas de los ojos,

como son necesarios los niños en los parques

o como somos necesarios los que nacimos

para estar solos.

Eres tan inalcanzable,

como es inalcanzable el poder amarte un sólo instante,

por que necesariamente a ti

sólo se te puede amar para siempre.



No quiero nada de ti,

ni tu mirada, ni tu sonrisa,

ni tu miedo, ni el aire que respiras.

No quiero que me extrañes,

no quiero que me pienses;

ni mucho menos que me ames sin razón

y sin pensamiento.

No te pido nada,  ni tu tiempo exacto,

ni tus noches largas,

ni los amaneceres en tus dóciles brazos.

No quiero tus caricias bajo la sabana blanca

ni la velada perfecta con la luna reflejada

sobre tus ojos claros;

- La humedad permanente de tu cuerpo -

No quiero robarte nada, ni los sueños,

ni las pesadillas, ni los gritos que te evocan;

- Nombres ocultos que rasgan tu memoria

y se escriben en tu corta historia -

No quiero nada de ti.

Sólo te pido que ésta noche me permitas

besar mi almohada imaginando que

eres tú la que está a mi lado.

Pero no me beses, ni me toques, ni me

rompas en pedazos;

Sólo deja que mis ojos te alaben

con una mirada y descanse mi calma por

saberte viva,

aunque nunca, nunca estés en mis brazos.



Esa mirada tuya me da miedo.

Incita a la perversión del hombre y la mujer.

A las cosas de la noche, de la oscuridad,

de la humedad caliente del cuerpo.

Esa mirada tuya se derrite.

Y como miel derretida formas imágenes,

cuerpos, pensamientos.

Yo me derrito también y resbalo por tu cuerpo,

caigo a gotas sobre tu cuerpo mujer;

Dulce mirada la que tienes, pero me da miedo.

Serás tú o seré yo.

Son tus ojos o mi infalible sensibilidad para

sentirlos.

Tus ojos hablan directamente a mi mente

y desnudan mi cuerpo y tocan mi alma.

Tus ojos muerden mi pecho

y le evaporan la sangre y toda la calma.

Esa mirada tuya detiene el tiempo

y con él,

también detiene mi vida por un instante;

El mismo instante que dura éste momento,

éste momento en que me he atrevido a mirarte.



No sé nada de ti. No sé cuanto tiempo tendrá que pasar para volver a verte. No sé cuantas de mis noches fueron en tu búsqueda más nunca volvieron. No sé si eres o fuiste o vas a ser en mi vida todo lo que quiero. Tampoco sé cual es tu nombre, ni conozco el color de tu piel o el olor de tu cuerpo. Quizá de alguna forma he presentido que vienes desde muy cerca o desde muy lejos; que tal vez siempre has estado aquí y pasas una y otra vez por la misma acera que yo pretendo. Pudiera ser que tomes el café en el mismo lugar que yo acostumbro, o que lleves a pasear a tu perro en mismo parque que todas las noches yo cruzo, para poder llegar hasta el bar en el que soñarte se hizo tradición.

No sé si voy a cambiar tu vida, hacerte muy feliz y amarte para siempre; pero no me canso de concebir y de imaginar la actitud hábil que necesito para lograrlo. He soñado en la forma de tú fino rostro, en el timbre elegante de tú voz, en tus labios y en la silenciosa armonía que dejan sentir con su sonrisa. Me he dispuesto a dedicarte la primera canción y la última copa de vino en esas eternas noches en que lamentablemente no te doy la ansiada bienvenida, pero a pesar de ésta interminable y socorrida espera, de algún modo, lo admito, he aprendido también a bendecir cada una de mis noches con tu irremediable ausencia.

Yo que te sé de todo, he aprendido a distinguirte entre las muchedumbres y entre las rocas; yo que conozco la hora en que te iluminas y en que te apagas, sé que eres la mujer exacta de punta a punta; sin nada que te sobre, sin nada que te falte, siempre con la palabra perfecta en tus labios; sin mentiras en tus sueños, sin la duda sobre tus pasos; Inigualable, Inigualable desde del centro de tú hermosa tierra, hasta el cielo de tus pómulos blandos. Sé que tienes en tú mirada la luz de la luna, con ese brillo que sólo el sol de la noche les regala a los enamorados. Te imagino acariciando el mar, cantándome al oído todas tus confesiones, lavando mi alma con la humedad de tus besos mordelones o aniquilando mis más banales pensamientos con la serenidad de tus hábiles razones.

Yo no sería nada sin ti y no serían mis noches las que ahora son si tú estuvieras a mi lado. Sólo existirían miradas ajenas a los cuerpos y palabras vacías dentro de éste  corazón empecinado. Tú que podrías ser cualquier cosa, pudiste haber robado la esencia de las flores para florecer como ellas, pero tan predecible es tu clase, que sé que preferiste usar tú propio cuerpo para llenar las miradas vacías y eternas de éste mundo que se alarga y te busca y no te encuentra. 

Yo que te sé de todo y que a la vez no sé nada de ti, le pido al tiempo que me permita olvidarte si tu paso por mi vida es corto; Y le pido también, entre dientes y oraciones que yo no conozco, que no me abandone éste ánimo que ahora tengo para volverte a encontrar.

Te busco y te espero mi amor, pero creo que debes tomarte tu tiempo para llegar.



Está lento mi corazón, mi corazón desesperado.

No sé que espera, pero sé que espera algo.

Que se haga la luz dentro del pozo,

o que venga dios y haga llover un poco.

Tal vez que la noche se vista con pijama de seda

para que mi dolor tenga un suave reposo.

No sé que espera mi corazón, no.

Tal vez que regrese el viento que te llevó muy lejos,

que de mi esperanza emerjan tus bellos ojos,

o al menos que le crezcan tus mismos pechos.

En los momentos de la perfecta soledad,

en los instantes en que pasan por mis ojos tus recuerdos,

mi corazón espera algo,

no se que espera, pero ahora está muy lento

y amargo. 



En las ramas de un viejo árbol, crecen centenares de insectos.

Los insectos se cubren de la lluvia escondiéndose entre las grietas.

Las grietas del árbol son las cicatrices que dejaron los fuertes vientos.

Los vientos azotan vertiginosamente a los habitantes de las praderas.

Las praderas se secan en invierno dejando una frágil señal de vida.

La vida se despierta todas las mañanas del resto de cada día.

Los días son los únicos que no envejecen en éste viejo mundo.

El mundo está cansado de girar y a veces se detiene para descansar.

Todos descansamos cuando es necesario, algunos nos sacudimos.

Yo me sacudo el polvo de mis manos y los años de mi espalda.

Mi espalda carga con todo lo que he logrado, incluyendo los fracasos.

Los fracasos pesan un poco más, pero ellos me han fortalecido.

Todos nos fortalecemos conforme vamos creciendo, hasta ya no poder más.

Yo ya no puedo más, pero no estoy débil, ni estoy cansado, ni me duele

la espalda, ni tampoco he logrado muchas cosas, ni he dejado de girar,

ni estoy viejo, ni es de mañana, ni soy frágil, ni habito en las praderas,

tampoco soy el viento, ni tengo cicatrices, ni mucho menos soy lluvia, un insecto o un viejo árbol... 

Sólo soy alguien que esta harto de decir tantas idioteces.



Despierta en el mundo que te vio nacer, en el mundo en donde has sido todo y has sido nada. En el mundo de tus hijos. Despierta antes de que te conviertas en el viejo al que le temes. En ese ser de la cara delgada, con el alma apagada y con el cuerpo seco. Una copa vacía de vida, una mirada triste y rebozada de tiempo. Despierta, amanece antes del ocaso, antes de que seas un abandonado de ti mismo; un extraño, un ser desconocido al espejo. Tú que eres el resultado de tus propios actos, naciste para ser lo que eres ahora, así que abre los ojos y enfrenta esta realidad que te corrompe y te provoca. Despierta y hazle saber al mundo quien eres, expresa tu existencia sin oraciones ni con frases breves y cuéntale al mundo sobre el Dios que conoces y sobre las verdades de todas sus muertes. Muéstrales tus manos para que aprecien tus fracasos y enséñales tu propio infierno, tus resurrecciones y tus entierros postergados. Regálale al mundo las técnicas para cosechar las cosas buenas de la vida, y de como se calma el miedo al demonio que nos persigue y nos tienta con alevosía. Levántate y termina tu objetivo; Tú principal razón de existir, la justificación por la cual habitas en esta época. Los años están perdiendo la memoria y alguien tiene que venir para ayudarnos a recodar sobre el canto de las aves y el olor de la hierba. Tú que eres la punta de la flecha en tú vida, tú que eres el sentido de ti mismo, haz marcado con tus pies la arena y la piel cada vez que así lo deseaste; creo que es justo que despiertes ahora, no tardes más. No te permitas dormir más. Amanece en el mundo de los despiertos. Aquí hay mucha gente que te espera. Hay mucha gente que te admira y que desea seguir tus pasos; están tus hijos, tus padres y tus hermanos. Camina de frente y no mires hacia atrás, pues no hay nada detrás de ti, que ahora valga más; éste es el siguiente paso que significa ya no regresar.



De donde vengo soy, soy el que viene de paso

y a cada paso vengo.

Y llego y me alejo de mi principio y de mi fin.

Hincado sobre mis pies camino.

Voy hacia donde van los peregrinos que hacen

penitencia toda su vida,

voy a donde las mandas son eternas

y los rezos duran todo el día.

Camino de donde vengo, de donde vengo voy,

soy el peregrino que busca el templo;

dicen que el santo del pueblo cumple años hoy.

Vengo con todas las gracias entre mis manos

y con la constancia tangible de mis desgracias

dentro de mis bolsillos y en los agujeros de

mis zapatos.

Con esa salvedad que le da el tiempo al

arrepentimiento, mis peticiones se han ido

haciendo viejas y mis penitencias;

“Marcas en mi cuerpo”, “Motivos por vivir”,

“Formas de pensar nuevas”, Es piel sobre la piel

que nos distingue entre nuestros pecados…

Que idiotas fuimos.

Aquellos que creímos que seriamos perdonados.

Fue un tiempo dedicado sólo a la memoria,

a las penitencias interminables que se olvidaron.

Los cajones están llenos de libros vacíos. No hay

profecías ni destino.

Mis padres murieron o me abandonaron,

o yo fui el cuervo que se ha ido.

Todo es lo mismo siempre. No hay nuevos pecados,

no hay nuevas penitencias, pero cada vez hay

menos perdón.

Ahora las guerras o las crisis escriben la historia.

Las enfermedades nos sorprenden cuando más

decididos estamos a vivir…

¿Y me pregunto ahora en donde estás Dios?

Yo soy el que viene de paso y siempre fui en tu

búsqueda mi único creador.

Soy un peregrino cansado de cumplir sus

penitencias, cansado de esperar su propio perdón.



Nunca podremos estar afuera de todo esto...

La vida es una marca en la frente.

Un grito, un respiro y la primera mirada a la madre;

Desde ese momento, la vida empieza a despedirse,

un largo y poco planeado camino la espera,

la seduce, la oculta, la maravilla.

La vida es una oportunidad para tomar decisiones

o una decisión para tomar oportunidades.

La vida es un instante de la vida,

es el momento más importante de nuestro todo

- De nuestro tiempo y de nuestro universo –

La vida es el más grande lugar para ser algo

o para no ser nada, para dejar un pie marcado en

la arena, una frase o un puñado de tierra.

Es el lugar para querer, para amar, para olvidar.

No importa si no sabemos como hacerlo,

tampoco importa si nunca lo logramos

o si morimos en el intento;

La vida es sabia y siempre sabe esperar

el mejor momento.

La vida es música para el artista, visión profunda

del analista, silencio del cuerpo para el enfermo,

un grito en el alma de los abandonados.

La vida es una imagen en el sueño de un ciego,

y una tormenta para el que vive siempre preso.

Hay una vida distinta para cada quien,

- Para todo aquel que quiera encontrarla -

Es el deseo perpetuo para encontrar algo,

como buscar en el camino una mirada

y mil cosas en una caricia de la mujer

o del hombre que se ama.

Con el amor en la cama que más podemos buscar

si no es más tiempo para seguir amando,

y darle a la vida un momento para descansar,

y disfrutar cada instante que está pasando.

La vida no se va, sólo se esconde de repente,

es tan juguetona que le gusta vernos en éste

complicado juego perder y ganar, de aprender

y de enseñar, de enfermarse y de sanarse.

Todos nacemos casados con la vida en una

ceremonia que nuestros padres inician, y que

siempre finaliza en una inesperada huida.

La vida es todo menos morir, es ambición en busca

de la eterna luz, del tiempo y de la memoria.

La vida es un reto a la muerte, a lo que no está,

un reto para ser  lo que nunca se ha sido.

Un árbol es la forma más clara y representativa

para mostrar la vida del hombre,

se sabe en donde inicia y hacia donde va,

pero nunca se sabe en donde termina.

Y tal vez siempre será así, una vida de frutos

de hermosas flores y de fértiles semillas

esperando el momento de volver a nacer

para comenzar otra vez...



A estas horas...

Cuando la noche ha seducido por completo al día y la luz de las calles da paso a las sombras frías, empiezan a llenarse las plazas y los parques con esa gente rara; Hombres y mujeres convertidos en dioses y deidades, sin rostro y sin mirada. Las horas se hacen cortas y todo se inunda con aroma a rosas; Cuerpos desnudos caminan, se buscan, se reconocen y se toman. A estas horas, cuando el único que sigue sólo soy yo, trato de salir de estas paredes que me tienen atrapado. Debería escaparme por una ventana como lo hizo mi gato. Debería mirarme al espejo para engañarme un poco o prender el televisor para comprar algo. Este infierno llamado vida, me consume y me quema un poco cada día. Debería escaparme de aquí, debería.

 

Por la ventana de esta vida los observo. Ellos pasan frente a mí y los veo reír y retorcerse. Me miran. Sé que no miran nada pero siento que me miran; y alumbran su camino con sus brillantes sonrisas. Luego, se regalan aretes y collares de piedras poco finas; y tomados de la mano dan vueltas, se abrazan y caminan. Así empiezan estas horas en las calles de la noche, noches que no acaban y que nunca tienen nombre. Yo puedo verlos, puedo escribirlos y pintarlos; hoy tengo ganas de salirme de mis pensamientos que me atan a este cuarto. Hoy no quiero morirme junto a mi cama ni quiero derretirme entre mis propias manos, hoy voy a salir a caminar, a buscar y a encontrar mis propios pasos.

 

Los he visto caminar por los parques, mecerse entre las flores, tocándose, acariciándose, untándose el deseo; cambiando la voz ordinaria por murmullos tenues y con aroma a sexo; ellos están vestidos de colores y de sombras. Los he visto correr por los senderos, en las calles y sobre las tumbas a todas horas. Los he visto de igual forma, cambiar la perpetuidad de los sueños no cumplidos por un corto instante de realidad nunca soñada. Los he visto hacerse viejos, esconderse de la muerte y de esa soledad que no perdona nada, los he visto vivir por décadas juntos; y comerse el uno al otro para luego renacer desde lo más profundo. Benditos sean los que no nacieron sordos de amor.

 

Yo estoy sordo de amor. Nací enfermo, incompleto y ahora un poco incomodo, camino cubierto con la vergüenza que me queda. Con las manos que me crecen  escribo poemas dentro de mis bolsillos y debajo de mis zapatos. A veces me tomo tiempo para escribirle a los muertos y a los nunca enamorados. En ocasiones tomo café en la cafetería de allá abajo, mientras pienso en pensar nada; En mi casa no tengo agua, necesito otra corbata; Esta ciudad de dos caras me revive y me mata; Está bárbaro el trafico de mi almohada a mi puerta; Necesito hacer limpieza y sacar mi basura a dar una vuelta; Necesito un amigo que me escuche cuando no tenga nada que decir, pero que siempre, que siempre esté alerta; Necesito una mujer a mi lado para saber que se siente ser querido y ser deseado. Como quisiera convertirme en mi gato y salir por la ventana de mi cuarto.

 

Me ponen nervioso esas caricias y esos besos que les brotan por los ojos. Cuando ellos terminan, descansan un breve lapso entretejiendo miradas congeladas y después vuelven a empezar. Todo se hace en un instante que perdura como la vida misma. Aquellos que saben que estoy fuera de lugar y que soy el intruso en esta tierra sagrada que no es de nadie, me miran con indiferencia o simplemente me ignoran con un desprecio irremediable. Dicen que aquí yacen todos los hombres que fueron bendecidos con un corazón fortalecido o con una larga lengua que todo lo puede; yo sólo soy un sordo que ve como la noche nace y también ve como muere.


A estas horas comienzan a vaciarse los palacios y jardines de todos los dioses que los habitan; pero sólo son dioses mientras están aquí; cuando todo termina y es necesario volver al trágico mundo, todos se convierten y se mezclan entre la gente, y se pierden entre el ruido de los trenes y en lo profundo de las calles. - No se pueden volver a ver y no se pueden volver a encontrar - Los que estamos sordos de amor también nos confundimos entre todos ellos; pasamos inadvertidos con nuestras máscaras de carne que nos dejan ver todo lo que pasa y escuchar algunas canciones o algunas palabras. Danos fuerza señor para volver a mirar y poder salir otra vez de estas paredes una vez más.

 

Un sordo de amor, es un ser de barro caliente que sólo puede enfriarse entre sus propias manos; Es aquel que llega cuando todos se han ido; es el que nunca gana nada; el que nunca será amado; el que nunca sentirá una caricia o un cuerpo tibio entre sus brazos.  Su cuerpo está formado con pedazos que ha robado de entre las tumbas y dentro de los anfiteatros. Nunca se va a ninguna parte, porque simplemente nunca llegado. Nadie lo escucha aunque llore, por eso siempre está callado. Una mirada, tan sólo una mirada, es algo que ansia su alma y todo su cuerpo. Mataría por que lo miraran. Por que la gente se preocupara por saber como está o en donde ha estado. ¿Ay sordo de amor en donde te metiste? ¿En donde andabas? Que todo el mundo anda por ti triste y preocupado.

 

Tengo que admitir que soy el más sordo de todos. He aprendido a estar en éste pozo seco que nadie mira y del cual nadie toma nada. Y me siento bien. Eso dice el reflejo convexo del espejo de mi baño. Me reconozco, sé que soy yo a todas horas y en todos lados; y me gusto y me enamoro de mi y me invito a tomar un trago. A veces escucho música en un bar barato, y luego, irremediablemente me olvido de todo y me dejo abandonado. Por la mañana cuando despierto conmigo a mi lado, me preparo un jugo de limón o un café mientras me baño. Sé bien que nadie reclamará mi cuerpo cuando me muera, por eso no debo nada ni existe alguien que de mi dependa. A veces visito a soledad en un asilo que nunca hubo, la miro tejer y tejer para el hijo que ella nunca tuvo. Le pregunto sobre su salud y sobre su gato disecado, ella dice que el dolor lo cura con un té y con mucho, con mucho llanto. Soy un sordo de amor que viene sólo de paso; e inventando una canción me voy y me alejo sobre éste camino amargo.



No temas a la luna, al sol de la noche, 

a las estrellas eternas, al paso del tiempo.

No temas al viento frío,

ni a la humedad infectada de deseo

que tienen mis manos por tu cuerpo.

No escuches las palabras reconfortantes

que alivian el dolor por cortos lapsos.

No llores en las noches a solas

cuando te dejes caer como un ocaso.

No llores por el hombre que te abandonó,

ni mucho menos por el que aún no ha llegado.

No te acobardes ante la desgracia

ni por alguno de sus acompañantes falsos.

No temas,

Tan sólo no temas a mi mirada que te busca,

a la caricia perfecta que escribo sobre tus labios,

al silencio amargo de un corazón abandonado.

Por favor, no temas, no temas a nada,

ni a la luz, ni a las lagrimas, ni a mis besos;

Sólo abraza mi cuerpo y no dejes que se derrita

y se vaya y nos lleve y nos hagamos viejos.



¿Que eres?

¿Eres sólo lo que veo?

Tus manos dicen que no.

- Eres todo  -

Música, silencioso diario

que cuenta tu vida;

- Tus ojos ríen, tu boca me mira -

¿Cómo eres?

¿A caso eres tan grande que no puedo verte?

- Eres todo -

Vida, luz, el sudor nocturno que

amanece hecho una lagrima;

- Tu lengua me toca, tus uñas me sangran -

¿De quién te despides?

Si la soledad sigue a  tu lado.

Eres la noche, eres el viento,

- Eres todo -

Yo soy quien duerme,

cuando tu estás cansada;

-  Tu olor me excita, tu alma me conquista –

¿Qué eres?

Que eres cuando ya eres todo...



Hoy me enteré de tu muerte. Difícil período deben estar pasando los familiares y amigos que nunca (de verdad nunca) te conocieron; pues no saben y jamás supieron, la importancia que tenía para ti éste pretendido acontecimiento; -El mismo que marcará de forma definitiva cada cosa que fuiste y cada cosa que serás a partir de éste momento.- Mucha gente te antecede, y ahora a ti te toca el turno de trascender. Es el momento de recibir aquellas cosas que sólo llegan con la muerte. Te ofrezco una disculpa muy sincera por llegar hasta ésta hora a tu velorio, sé que debiste mandar con tiempo justificado todas las invitaciones para tan memorable evento histórico, y aunque mi invitación por alguna razón que yo desconozco, nunca llegó, tuve la fortuna de enterarme en la estación de correos esta mañana, al leer por casualidad en el periódico la sección de obituarios de la región. No cabe lugar para detallarte como me siento en este momento, pero te confieso, que nunca perdí la esperanza de volver a saber de ti; Y así, desde hace dos años, una vez a la semana iba a revisar mi apartado postal, esperando encontrar un correo con alguna noticia tuya o por lo menos, leer alguno de tus artículos en la revista de literatura en que acostumbras publicar; y mira en donde fui a enterarme de tu muerte mi querida amiga; justo en el periódico para él cual nunca quisiste redactar una sola nota, pues te parecía frívolo y amarillista según me decías. Uno nunca sabe de qué forma nos llegaran los sucesos importantes ni las señales divinas; y tampoco uno nunca sabe, a que persona le tocará difundir cada noticia. Bien o mal, los escritores en ocasiones, nos convertimos en los voceros del alma de hombres y mujeres que no conocemos. Y tú que fuiste la observadora del mundo y que narraste con tus propias palabras el juicio de los pensamientos más oscuros y complejos; ahora serás citada y recordada por las nuevas generaciones; hijos de tus actos, el preludio de tu tiempo y de tu espacio. Hoy me enteré de tu muerte mi querida amiga. Me gustó el color de tu vestido y el clavel negro entre tus manos; amor, te vas a quedar con las ganas de probar el mezcal, y yo, me voy a quedar con las ganas de besar tus labios.

 

Al suponer encontrar, tan elegantes arreglos florales acomodados a tu alrededor; rosas de colores, nardos y crisantemos de reconocido y fúnebre olor; y considerando cuanto odiabas las flores, te he traído un bonito pastel con la leyenda: “Heureux décès”, a la cual, omití intencionalmente agregarle tu nombre, para evitar lastimar las posibles sensibilidades de tus familiares y amigos; pues ya sabes amiga, -Un funeral siempre se convierte en un nido de lagrimas y remordimientos que suelen abarcar todos los sentidos.- Hace frío en esta noche de tu prolongada despedida, puedo reconocer a tus mejores amigos, a algunas personalidades y a toda tu familia; cada uno te guarda el luto a su propia forma; algunos en silencio te platican o te preguntan cosas mientras lloran; hay una señora que te reza en voz alta y la gente de mayor edad, repite cada oración en una ceremonia que siempre es la misma y a la cual nunca me podré acostumbrar. Es una lastima que ya no se pueda fumar. Es una lastima que no puedas observar a la gente y hablar, es una lastima que no hayan puesto esa música que tanto te gustaba y acostumbrabas escuchar. Deberías levantarte y decirle a los más alterados o a los más hipócritas que estás bien, que se queden en calma; que se tomen otro café o que se preparen un mezcal que con éste frío hace tanta falta, que se guarden el luto y ese dolor sobreactuado para si mismos y que alguien apague la luz de la sala, para que se ilumine la tristeza con las luces de los cirios. No estoy tan seguro amor de como haz de sentirte en éste momento, no sé cuanto tiempo te llevo premeditar tu muerte o para anunciarla por lo menos. No supe cuales fueron tus últimas palabras ni conocí tus últimos deseos, sólo espero que todo haya llegado a la hora y en el justo momento. Fuiste tan precisa en cada uno de tus actos, que hasta en la hora de tu muerte he supuesto que tenías todo planeado. Mi querido amor lejano, amiga de mi vida, observadora del mundo, ahora miraré el cielo cada vez que mencionen tú nombre. Te voy a extrañar como extraño los momentos que vivimos y por todas las cosas que nunca pasaron; Voy a quedarme hasta el amanecer a tu lado y mañana me tomaré un tequila a tu salud.



No te quiero decir nada más...

Te regalo mi respeto, te regalo mi silencio,

te regalo mi olvido, te regalo todo...

Y aunque sé que ya no necesitas nada más de mí,

y que en tu mundo no hay más lugar,

y que tus ojos siempre han sido sólo tuyos

y nunca míos como creí;

Ahora,

te regalo todo el amor que me reserve para ti;

- Amor suficiente para los próximos diez años –

Haz lo que quieras con el...

quémalo, entiérralo, regálalo...

porque creo que el amor no es reutilizable;

Quiero regalarte todo,

todo lo posible para que tengas algo bueno

para recordarme;

y aunque sé que no hay mucho de donde escoger

también creo que habrá siempre algo bueno

que recordaras de mí...

Lo único que si nunca podría regalarte,

es éste infierno que se enciende una vez a la

semana en mi vida;

ese mismo infierno es el que me duele y no

me permite poder olvidarte...

Ese infierno es sólo para mí.



Si tuvieras muchos años más, no me sentiría tan mal por el estado en que ahora te encuentras mi amor. Estás enferma, tirada en esa absurda cama, derrochada de cansancio, derrotada por la dolencia, miserablemente enferma. No hay nada más que yo pueda hacer por ti corazón mío, trato de imaginar tu pensamiento y recortar sus imágenes para pegarlas en el techo oscuro y fúnebre de tu cuarto. Tal vez así te hartes de ver tantos pensamientos lúgubres y trágicos. Yo que a barbilla levantada, reconozco haber aprendido a orar a tu lado, a nunca perder la fe, a  aprovechar la vida levantándome más temprano, a usar la noche como un pretexto para el amor y hasta considerar la existencia de dios; ahora, me decepciona esa estúpida actitud con la que has pintado los días que te preceden. Me dices que debería estar en tu lugar para entenderte; pero creo que también es necesario que tú te pusieras en el mío para que me comprendas, y sobre todo, para que te mires en este absoluto abandono en él que ahora te encuentras. Ya sé sobre él diagnóstico de los doctores; que ya no hay nada más que hacer, que ahora sólo es cuestión de tiempo, que yo no puedo opinar y que mejor guarde silencio. ¿Pero a caso, no eras tú la me decía que lo único que no debemos permitirnos perder en la vida es la esperanza? ¿En donde están todas esas palabrerías que me decías sobre la fuerza y sobre la auto confianza? Que ingenuo fui al creer en tus palabras amor, pues sabes que a pesar de todo este dolor, tú deberías seguir conservando la esencia y el mismo esplendor que me hizo enamorarme de ti. Deberías pues, levantarte en armas junto al ánimo que te queda y expulsar todos tus malestares a un lugar apartado de tu cuerpo; lejos de esa hoguera que te quema, lejos de la podredumbre y del exilio del muerto. No te venzas por favor amor mío, te lo pido yo que no soy nada si tú no estás conmigo, te lo imploran nuestros hijos que siguen en espera para la llegada a nuestros brazos, me lo suplica tú mirada que grita la desesperación de un inadmisible ocaso. Si tuvieras muchos años más, no me sentiría tan mal por tú situación, pues la edad muchas veces es utilizada equívocamente para justificar el dolor y el fracaso; y tú sabes amor, que éste no fue, ni es, ni será tú mismo caso. Dicen que con el tiempo al cuerpo le van creciendo arrugas y al alma pretextos. La salud sabes bien, tiene que ver más con cosas de buena actitud que con cosas de buenos medicamentos. Por eso, te pido por favor amor que consideres mis buenas intenciones un poquito, tomate tu tiempo esta noche para definir los alcances de tu destino; duerme un poco, descansa tu dolor y no olvides por nada del mundo que siempre, que siempre estoy contigo.

 

Unos días después...

Estando sentado junto a ella en su cama, le dije tomando su mano:

-Mi amor tal vez en otra época tú ya estarías curada, nacimos en una mala época, no es justo que sea así (...)

      -Tenemos que aceptar lo que recibimos de cada época,  

       el destino es impermutable, intransferible y en donde  

       quiera que estés, a donde quiera que te escondas,

       siempre te alcanza, siempre te atrapa y siempre se

       queda (...)

-¿Quieres decir en donde sea que estuviéramos, tú estarías igual de enferma? (...)

      -En otra época, en tu época tal vez ya hasta hubiera

       muerto... Dicen que al final los moribundos miran

       con la misma mirada, derraman las mismas lágrimas

       y recitan el lamento con las mismas palabras, todo es

       como una ceremonia que se repite y se extiende

       eternamente- (...) 

(Apretó mi mano y fijó su mirada sobre mis ojos diciendo:)

      -No importa lo que pase mi vida; ahora sólo déjame

       mirarte, sólo déjame llorarte, pues lamentaría mucho

       tener que abandonarte... Y si un día, cuando ya no te

       mire o cuando ya no te llore, tomate una taza de café

       y quédate tranquilo; pues puedes confiar que aunque

       deje de estar contigo, nunca en realidad dejaré de

       amarte y de estar a tu lado... Te quiero mi amor y

       siempre, siempre te extraño… (Soltó mi mano, me

       sonrío y así fue como la mujer de mi vida cayó

       dormida)

Al día siguiente por la mañana, se levanto visiblemente restablecida y fuimos de compras, y fuimos al cine e hicimos el amor el resto del día, hasta la tarde y el anochecer.



Me gusta ver como duermes.

Dormir, es el preciso momento en el que todos somos iguales; es el instante en el que todos emprendemos el viaje transitorio al lado oscuro del alma. Me gusta verte dormida, en silencio, en calma. Sobre el sofá naranja descansas, duermes cubierta con una frazada que coloque estratégicamente, para evitar que tus sueños se dispersen y se mezclen con los míos; me gustas, me gustas así como eres; sensata, clara y con los sueños limpios. Tú eres una historia que se empieza a escribir, una pluma de tinta que amanece, una marca que será referencia en este lado del mundo; la sustancia de la luna que se niega a caer, el corazón apartado de todos los que te aman o te van a querer. Estas dormida y no hago más que admirarte. Cuido que tus demonios no se escapen y se vayan a otra parte; te procuro el silencio. Me gusta ver como duermes amor mío y aguardo el minuto exacto para darte la bienvenida de nuevo; acomodo tus piernas, apago la luz y me quedo inmóvil y sereno.

 

Me gustan también tus manos.

Tus manos deliciosas que prefiero ante todo. Venerables tus manos que reinventan la suavidad de las caricias y los rasguños del demonio; si has de darme a escoger la muerte, prefiero que aprietes mi cuello mientras me besas; pero nunca me quemes, ni me aplastes, ni me muerdas. Consagradas manos que hablan sin palabras, que cantan sin oído, que escudriñan las superficies tibias con un sentido perverso y exquisito. Sé que está prohibido quererte y mucho más amarte, que me lo haz repetido hasta el cansancio; así que he decidido sólo enamorarme de tus manos, les prometo fidelidad, atención y tomar viajes largos; espero que no me mal interpretes o me consideres un loco degenerado; pero honestamente preferiría que tú fueras mía y no  sólo poseer tus manos. Mi querido amor imposible, observadora del presente, del lado profundo del río, la mujer del amor no concebido; ¡Me encantan tus manos! Deliciosas manos. Las extensiones de tú alma y el final de tus pecados.

 

Y si haz de agregarme en tu lista de amores inadmisibles, absurdos, imposibles y prohibidos; te expreso de verdad sincera que no es necesario. - Por favor te pido que no lo hagas - Para mí, han sido suficientes los motivos emergidos de tus labios y no me queda más claro que abstenerme de ti. Me abstengo inconforme de ti y busco una explicación que me convenza o me engañe. Odio todo conformismo, la mentira y la abstención; pues aceptar lo improbable es lo mismo que negar una posible razón; y en este mundo, dicen que todo aquello que realmente vale, carece en ocasiones de una clara justificación. Recuerda que el amor no siempre llega por el mismo camino, ni va invariablemente en la misma dirección. No existe un lugar manifestado en la tierra, un rincón exacto en el mundo, en donde sea posible premeditar y comprender a ciencia cierta al corazón. Y así, mi querido amor, si también habrás de agregarme  de forma irremediable en tu lista para el olvido, prefiero entonces abstenerme mil veces del aire y provocarme la asfixia exacta para más morir tranquilo.



No recuerdo nada de ti.

Ya no recuerdo nada de ti.

No recuerdo el tono de tu voz,

ni el sabor que tiene tú boca;

ni el contorno perfecto que ella forma.

No recuerdo tampoco el color de tu piel,

ni el seño que en tu rostro se forma

cuando sonreías no sé porque,

por alegrías o por tristezas

o por alguna otra cosa.

En verdad que no recuerdo nada de ti.

No recuerdo como me sentía

cuando yo estaba a tu lado

ni recuerdo los besos ni las caricias

que pudiste haberme dado.

Trato de formarte a partir de una larga

historia nunca antes narrada

y de un par de viejas fotos que nunca

fueron tomadas.

He intentado recordarte inútilmente

de muchas maneras;

Repitiendo las canciones que jamás

amanecimos o escuchamos

y hasta frecuentando los lugares

que los dos nunca visitamos.

Ayer soñé que estabas a mi lado

y hoy he despertado llorando,

cansado y esperando.

¿En donde estarás?

¿En donde te habrás ocultado?

No recuerdo nada de ti,

ya no recuerdo nada más de ti,

pero no sabes mi amor;

no sabes como te extraño.



Definitivamente voy a dejar de buscarte. Estoy cansada, desesperada, harta, hasta la madre. No suelo ser muy buena para decir adiós, pero dime, ¿Como he de despedirme de ti, si nunca estuve a tu lado? (…) De verdad, estoy pensando en divorciarme de mi mente para ya no recordar nada que tenga relación contigo. Renuncio de esta puta intención por pretender quererte, por pretender estar cerca de ti o por siquiera intentar que te fijarás un poco en mí. Admito que no soy la mejor exponente en éste viejo arte de cortejar y enamorar a alguien; pero después de pensarlo bien, no me siento mal por eso, pues yo sé que en ningún momento te mostré algo que no soy. (Y si hay algo importante en éste indiferente y excluyente mundo, es que la gente te acepte realmente como eres). No quiero hablarte en metáforas ni en alguno de esos idiomas subversivos que siempre usaste y que consisten decir una frase con la boca mientras se piensa otra con la mente (Y que por cierto, reconozco que los manejabas muy bien). Tampoco quiero reprocharte la indiferencia habitual con la que me tratabas, o esas miradas que sabías utilizar para coquetearme y recuperar tu dominio sobre mi estúpida fijación a ti. No quiero que me devuelvas ni los regalos, ni las salidas, ni el dinero, ni mucho menos todo el tiempo que me gasté contigo. Quédate con todo eso, te lo regalo. Tómalo como un donativo para alimentar a tu hambriento y destructivo ego. Lo único que si reprocho, es que nunca te hubieras molestado siquiera en ser un poquito honesto y sensato conmigo. Si te fastidiaba mi presencia, mi voz, mi mirada, ¿Porque carajos no me lo hacías saber? Hubiera bastado para mí un simple: “Aléjate ya!”, “Me tienes harto!”,  “No quiero tus regalos”, “Esfúmate!”, “Gracias por participar!”, “Sale bye!!” (…) Pero no fue así. Algunas buenas amistades me han comentado que el problema con los hombres, radica principalmente en cuando los tratas bien. Y es que si tratas bien a un hombre (sobre todo a aquellos que no valen tanto la pena), estos te responden con malos tratos, indiferencia y abusos. Más sin embargo, cuando tratas mal al mismo tipo de hombre, estos se amansan, se vuelven atentos, afectivos y muy complacientes. ¿Que pasa entonces mi amor? ¿Tengo que tratarte mal esperando que esa dedicación diaria me convierta en una mujer desconsiderada y feminista? ¿Debo olvidarme de ti y esperar a ver cuando se te da la gana y me busques a mí? (Luego por que se quejan de que somos frívolas) ¿Dime por favor en que ingrediente fallé en la receta para entrar en tu corazón? Ayúdame a llenar una caja con todo el coraje y el dolor que me deja esta irremediable situación. Por lo menos así, ya no voy a sentir esta pesadez que deja tu absurda indiferencia. Yo, que me esforcé por ser la mujer indudable y precisa de la que todo hombre quisiera enamorarse, yo la dedicada, ingenua y verdadera, ahora lo único que quiero es olvidarme de ti definitivamente y recuperar la energía que le has robado a esta autoestima convaleciente. No quiero parecer una mártir más o parecer una victima, la autocompasión no es algo que vaya con mis convicciones, pero que mierda se siente todo esto. Es cierto que existe una distancia muy grande entre las cosas que deseamos y entre las cosas que conseguimos; y el rendirse o mantenerse en pie, tiene que ver más con cuestiones de fe que con cuestiones de energía. Yo tuve fe en mi amor por ti, pero quedé casada y hasta la madre de que tú no te dieras cuenta de eso mi vida. En éste espinoso oficio de amar y ser amado, si el fin es obtener la victoria que le va cambiar a uno la vida, entonces estaré de acuerdo en volverme a arriesgar y quedar expuesta como me siento ahora. Dicen que sólo los conformistas, los sordos de amor y los débiles del corazón, pasan de forma casi inadvertida por estas situaciones, y yo que sé que no voy a morir; y sobre todo por algo que no vale tanto la pena, me he dado el tiempo para escribirte estas palabras (que evidentemente), nunca van a llegar a ti, pues siquiera eso merece ahora, el infortunado amor que me inspiraste. (…)


Definitivamente voy a dejar de buscarte y ahora desisto de ti y de todas mis intenciones vacías qué, aunque buenas todas hayan sido, fueron defectuosas y débiles para tener efecto en alguien como tú. En éste silencio prefabricado como el que se respira en el metro y en el sofocante microbús de la mañana, me he dispuesto a aprender de mis errores, para saber que hacer en caso de enamorarme de forma equivocada, sobre el escenario de la obra de teatro en la que nunca debí aparecer. Que desesperante es sentirse encerrada en una caja llamada mente, en la que los pensamientos se aprietan unos con otros, en presencia de ese envanecimiento que dejó tu hostigoso aroma por la última vez que estuve tu lado. Hoy voy a abrir las ventanas de mi mente para que ese aroma se disperse en la nada, y todo se vaya y no pase nada más contigo.



Yo ando por todos lados con mis poemas entre mis bolsas. Ando caminando entre las tumbas húmedas y sobre las praderas; piel cubierta de sedas y de calidas rosas. Ando buscando una historia para encontrarme, para ir a donde nunca ha ido nadie; la tierra fértil para el encuentro definitivo, el lugar a donde he de llegar y quedarme, en donde habré de irme o venirme contigo. Ando buscando la curva afilada, en donde sea posible sembrar con mi lengua, las mismas emociones que han recorrido mi cuerpo y mi alma, y compartir, la mirada diaria, al despertar junto a éste cielo abierto; parpados de miel, suaves y serenos. Ando buscando un río para poder acariciarme, un par de tijeras y una hoguera, para poder saciar la sed de ésta soledad que no deja de llorarme. Yo ando por todos lados. La muerte también me sigue y remarca cada uno de mis pasos. Yo ando buscando la vida, mi vida, y camino sobre tu cuerpo con el mismo rumbo de mis manos; ¿Qué más habrá debajo de ésta tierra que ahora toco? ¿Por qué siento debajo de tu piel tantos corazones rotos? Si eres la frontera entre el mundo y tu alma, entonces debería resbalar y caer como verdades sobre tu rostro… ¿A caso mi juicio perdió la sensibilidad para posarse entre las verdades que se estiran y crecen? ¿Cuanto más estarás aquí? Tierra de mi vida, luna de mi sombra, cuerpo en donde me reconozco cada día, rincón en donde siempre sé que me esperas; tentáculos que me asombran y me queman. Yo soy el que anda buscando la boca de azúcar, la piel de fuego tardo y los escondites ocultos de tu cuerpo manso. ¿Cuánto tiempo más permanecerán mis manos húmedas por la emoción de tenerte a mi lado? Yo ando, yo ando por todos lados, voy hacia un mundo incompleto que es ajeno para ambos. Sé que hemos contado las noches juntos, y compartido el sudor dedicado, ¿Cuanto tiempo más andaremos por aquí amor mío? Amor de mi camino; amor, el final definitivo de mi vida y de mi destino.



No soy el mejor poeta,

es más, ni siquiera un poeta soy;

Tal vez un pedazo de piedra con forma de poema,

pedazos de mi alma troquelados en las hojas

como cuchilladas a la blanda memoria.

Un poeta es un suceso encadenado a otro y a otro.

El poeta siempre es el mismo.

Es siempre el mismo pero en distintos cuerpos y en

distintos tiempos.

Algunos poetas empiezan justo en donde otros terminan.

En ocasiones se van de la mano caminando juntos y se

aman perpetuamente o se odian irremediablemente;

- Y que bueno-

Pues la diversidad del pensamiento debe ser permanente.

Tampoco se trata de ser mejor poeta que otro.

Ser poeta es la sucesión de la expresión, agua de vida,

río de la vida que no deja de correr.

El poeta forma parte del río que nunca habrá de secarse

y cuya poesía llueve sobre él

haciéndolo cada vez más grande.

No soy el mejor poeta, lo sé.

Siempre lo supe desde antes que nacieran mis manos.

Y no quiero ser mejor escritor que Jaime o Rosario,

ni tampoco recitar como Mario o como Darío,

sólo quiero escribir poesía como parte de este tratamiento

que me he recetado irremediablemente

para vivir un poco más tranquilo.



¿Eres tú?

Dime que todavía eres.

Por lo menos un sueño o un momento de calma,

algo que tenga que ver con el amor,

con ese afán que tienen las verdades.

Dime que sigues ahí y que sigo por ti acompañado.

Que puedo seguir escuchando tu voz

y sentir el espacio que ocupas en éste vacío.

¿Eres tu?

Dime por favor que aún eres.

Por lo menos en la noche, o a cualquier hora;

Dime que tienes que ver algo con la eternidad,

con esa luz que sigue encendida en el fondo.

Dime, sólo dime.

Asegúrame que esa sonrisa es sólo para mí,

que tu boca aún conserva el sabor de mi piel,

que sigo siendo la marca faltante en tu cuerpo,

que ésta fiebre que tengo y que agita mis pulmones

se debe a que tú no estabas conmigo.

Por favor, háblame de mi rostro y de mis manos

y de esa alegría que reflejan cuando saben que

están a tu lado. Háblame de ti, del sabor de tus

labios y sobre ese destino que escribes en tu diario.

Por favor, cierra la puerta de éste débil corazón

y entra para volver estar a mi lado para siempre,

mientras yo, me curo de ésta maldita gripe

que no me deja más, que sólo amarte.



Estos son mis últimos días en el infierno... Mi vida es demasiado patética como para causarme el suicidio; no hay bala que merezca tan lamentable castigo, pues no existen balas que penetren el alma. Tampoco merecería el mismo destino, la soga que aprieta éste desmoronado abismo que emana de mi desgracia. Estoy sentado sobre el fuego que se revela en ésta apartada atmósfera; un lugar desde él que se contempla el reloj escarlata que devora y devora cada hora; y trato de enviciar mis oídos para huir con él; con ese tic tac maligno; uno, dos, tres; el sorpresivo momento para perecer... Hay tanto espacio en este infierno, que parece que hay un lugar reservado para cada hombre de la tierra; aquí, todos los castigados mueren un poco cada día dentro de este suicidio lento y trágico llamado vida; hace tanto calor que los lamentos se derriten y escurren como sudor que rasga la piel haciendo arder las heridas; Abro la ventana más pequeña que queda en mi cabeza, para que salgan de mi mente todos los gritos y lamentos – hoy no me tiemblan las manos ni siento esos espasmos eternos, tampoco siento el frío, ni ese pánico frecuente – pues la primera dosis de calmantes, ahuyentó el dolor de éste infierno, funesto y caliente. Yo que siempre he tenido adicción a mi vida, por descuido permití que mi vida se hiciera adicta a la muerte. Ahora aquí sentando, desde estas lagrimas que se desdoblan, sé que mi castigo es permanente; Sé que no debí abandonar a mi vida aquella noche en la penumbra sin cielo; Que nunca debí dejarla junto al demonio y sus tentaciones por tantos períodos largos de tiempo. Esta mi vida, ahora está anestesiada en mis últimos días en el infierno.

 

Es mi amigo el revólver, él que todas las noches me habla al oído para contarme sus pecados, y yo lo beso en la boca pretendiendo tragarme todo su llanto; necesito una sobredosis de desidia, necesito morirme de verdad o cortar en pedazos esta larga pesadilla que cubre mi alma con un manto, ¿Habrá alguien con quien yo pueda compartir todo este dolor? ¿Existe algún corazón bueno que sobreviva dentro de éste descarado y cínico horror? Todos, todos somos suicidas en éste infierno desde el primer momento en que caemos en los excesos o cuando malgastamos el amor. Es verdad, que este infierno es el mismo lugar en el cual el hombre inventó su propia muerte y la extensión indeleble de todo su dolor. Es aquí en donde para cada pecado, el hombre inventó una tarifa que garantiza la pronta resurrección. He conocido a cada uno de los demonios que habitaron mi mente; sé que me relacioné en este oscuro mundo con todo tipo de gente, que arruiné mi corazón para hacerme ver como un insensato valiente y que inventé mi propia incorregible y terca sabiduría para explicar la razón de todas mis muertes; Pero nunca entendí en realidad por que me toco todo esto a mí. ¿Vida porque me has traído para abandonarme en éste abismo? ¡Padre no me dejes entre estas fúnebres sombras que habitan el jardín de este infierno! ¡Madre, mamá, ven a mi cama a arrullarme entre las sabanas y los restos de mi cuerpo! Ángel de mi guarda, tú también deberías venir a pudrirte conmigo con éste tormento. Muerte de mi vida, si eres inevitable, entonces arráncame la lengua primero. Esta es mi vida y ahora está un poco anestesiada en estos mis últimos días en el infierno.



Nací de ti. De tu boca y de tu mirada.

Me hice de tu misma sangre

de su humedad tibia y permanente.

Nací de tu pensamiento fútil,

del espejismo perfecto,

de la pesadilla flagrante.

Provengo de la resurrección,

del agua mal bendecida, de la cloaca

más cercana, del agua de un estanque.

Nací de tus ásperas manos,

de tus aciertos, de tus fracasos,

del pensamiento fugaz

y de un corazón en pedazos.

Nací de ti pero no me parezco a

ninguno de tus miedos.

Vengo de ti pero no tengo el mismo

sabor que tus mentiras.

A pesar de todo somos diferentes

- Lo sabes -

y eso me llena de alegría.

Nací por ti y te lo agradezco de verdad;

Gracias por proporcionarme la vida,

por inculcarme el miedo y los

prejuicios de tu realidad.

Gracias por mostrarme un dios que

castiga y reprime; a rezarle a una

cruz por las noches, a hincarme

por sumisión o vergüenza.

Gracias por enseñarme a distinguir mis

pecados con las caricias a mi rostro

de tus puños y por las figuras de

sangre que pintaste sobre mi brazos.

Te agradezco por ser así,

por dejarme ver los colores marchitos

de una miserable vida,

por el colchón con agujeros

y un espejo con mi cara partida.

Deberías estar consciente ahora,

de que algún día tomaré mi camino;

y de que provocaré el abandono

- El escape anunciado que todos los

cuervos y lobos recriminan a sus hijos -

Ahora te tocará ser el olvido para dar

más espacio en mi corazón a todos

los recuerdos alegres que vienen

y para no envenenar a mi hijos con la

amenaza de todas tus muertes.

Voy escapar para encontrarme padre,

para nacer por primera vez de mí,

para acertar y equivocarme por mis

propias decisiones,

por las mismas consecuencias que

llegan cuando uno decide tomar la

libertad entre sus manos.

La vida en ocasiones es un camino

espinoso y arrugado;

pero no pierdo la esperanza de

llegar un día a levantar la mirada con

orgullo y tomar a mis hijos de la mano

acompañado de la razón, de la

dignidad y con la mujer que amo.



Algún día,

Cuando el océano se levante y camine en busca de la tierra que nunca ha tocado; y el aroma oscuro de la muerte pueda respirarse en el aire como una referencia del destino de los pocos sobrevivientes y muy afortunados;

Cuando el tiempo así lo disponga y las batallas terminen y en la noche los horrores acaben y las pesadillas se rompan en la roca; La dureza de nuestra raza se doblará como una barra de caramelo. Entonces nacerá el nuevo sol y la luna lo acompañará para siempre en el cielo. Será el momento del nacimiento del nuevo hombre, un hombre con alma pura y sentimiento.

La madre tierra, su madre con el hombre entre sus brazos, con la cruz y las estrellas debajo de sus pies, será entonces la única fe del nuevo mundo.  Así, el nuevo tiempo habrá empezado por enésima vez.

Algún día,

Cuando pase todo esto, las palabras como estas serán recordadas por los viejos hijos del hombre. Almas abandonadas de sabiduría y de algún otro dote. Los hijos de nuestros hijos, serán entonces los que empezarán a escribir el nuevo tiempo; desnudos de la cabeza a los pies, sin camino viejo, sin diablo y sin credo.



Conviértete en lo que quieras ser,

y haz conmigo lo que quieras hacer,

conviérteme en tu alimento,

llueve sobre mi, baila sobre mi cuerpo

o muerde mi cuello mientras llega

la noche y me convierto en tu aliento.

 

Conviértete en lo que quieras ser,

pero nunca, nunca por favor

en un sacrificio sin sentido,

mucho menos si es por la tristeza

que se siente al perder un amor o por

el sabor amargo que tiene el dolor.

 

Conviértete en lo que quieras ser,

pero nunca te conviertas en la nada,

en la oscura ausencia de ti, como

cuando te apagas, como cuando eres fría

y te haces distante como un profundo

abismo sin color; al igual que una noche

sin luna.

 

Conviértete en lo que quieras ser,

aunque la verdad a mi me gustas más

cuando te conviertes en ti misma;

y me dejas verte, me dejas sentirte,

me dejas llenar tu ombligo de pasión,

y me das la oportunidad por un instante

de amarte para siempre.



Dicen que el hombre muere primero que su mujer...

La naturaleza es sabia, pues existe una razón por la cual

el hombre debe morir primero que su mujer.

La razón es, que el hombre debe llegar primero al más allá

para preparar el lugar en donde después de todo y después

de nada, su mujer, el amor de su vida, finalmente llegará para quedarse a su lado para siempre y para toda la muerte. Con una buena copa de vino y algunos quesos de colores la mesa de nubes estará preparada para el gran evento. Y cuando sucede esto, dicen que los ángeles se visten con sus mejores galas o se dibujan las estrellas en su cuerpo.

Los demonios se esconden detrás de la envidia y se encierran y se quedan alborotados en silencio.

Hoy es un buen día para celebrar tu vida y mi muerte,

y aunque sé que aún falta mucho para tu llegada,

hoy y mañana te estaré esperando con el anhelo parecido

a la emoción que sentí cuando te conocí por primera vez.

Hoy es un buen día para recordarte que seguimos juntos de

alguna forma. Hoy es un buen día para pensar en ti por breves lapsos. Estoy aprendiendo de esta muerte a tener la paciencia para que al fin un día llegues y te quedes en mis brazos.